Cuba es, sin lugar a duda, el paraíso del diálogo.
No me refiero al diálogo social, ese que permite a los ciudadanos manifestar sus propias opiniones, sino a otro.
Diálogo
El otro es el diálogo que cada día se echa más en falta en el mundo civilizado y libre.
Lo normal por aquí es salir con tus amigos o tu pareja a tomar unas copas o comer algo en un restaurante y encontrarte con que, al menos uno de ellos está ausente.
Las horas de dedicación al teléfono móvil (celular), han hecho que nuestras relaciones personales hayan cambiado totalmente y el diálogo se ha perdido prácticamente en su totalidad.
Hasta el punto de que nuestra juventud y gran parte de los que ya no son tan jóvenes, dedican infinidad de horas al WhatsApp y al resto de las redes sociales.
Lo que hace unos años era normal y lógico, conversar en cualquier reunión, ha desaparecido casi por completo. No hay un grupo o una pareja que no esté conectada a internet mientras “disfruta” de una velada que se propuso para “vernos y conversar”.
Cuba, el paraíso del diálogo.
Este es uno de los grandes logros de la Revolución cubana y su dictadura, pues en Cuba, esto no existe. Esta libertad está vedada a los cubanos.
Si quieres conversar con alguien, mejor vete a Cuba. Allí el acceso a internet es tan caro y deficiente que nadie va a sacar su teléfono para conectarse teniendo la posibilidad de conversar con amigos, conocidos o familiares.
Desde mi vivencia en Cuba puedo asegurar que jamás he visto a nadie poner el teléfono sobre la mesa, mucho menos las llaves del coche y el paquete de Marlboro.
Entre otras cosas porque las posibilidades de que desaparezcan al menor descuido son altísimas. Otro gran logro de la Revolución cubana.
Y es que este mundo en el que vivimos, el mundo del consumismo y al que denominamos “sociedad del bienestar” no deja de ser un concepto de la ciencia política y económica con el que se designa a una propuesta política o modelo general del Estado y de la organización social, según la cual el Estado provee servicios en cumplimiento de los derechos sociales a la totalidad de los habitantes de un país.
La sociedad del bienestar y su mal uso.
Esta sociedad del bienestar nos ha privado de gran parte de los beneficios que teníamos, entre ellos el de la conversación.
Ahora conocemos a nuestros amigos más íntimos por internet. Inclusive no conocemos sus caras, ni sus gustos y preferencias, no tenemos idea de su personalidad y conducta, pero nos hacemos un patrón imaginario e idealizado de esa persona.
Si en algún momento llegase la hora del contacto personal tendremos un alto porcentaje de posibilidades de rechazarlo/a, creándonos frustración por nuestra propia conducta. Aunque, lógicamente, jamás nos haremos responsables de ello, achacándole la culpa a las mentiras de la otra parte.
Pero no es que el comunismo y la represión, con sus miserias, haga bien las cosas. Somos nosotros los que, pudiendo administrar nuestro tiempo, somos incapaces de gozar de lo bueno que la sociedad del bienestar pone a nuestra disposición.
La sociedad cubana, dentro de su miseria obligada por los oligarcas que la gobiernan, simplemente actúa en el ambiente de carencia que se le impone. Igual que lo hacían mis padres en los años 50, porque no había otra cosa.
Eran muchas horas escuchando la radio, la TV no existía, mucho menos internet y las familias conversaban diariamente, se comunicaban y compartían sus anhelos y proyectos de vida.
No caigamos en el comunismo jamás, pero seamos conscientes y responsables a la hora de usar los medios de los que disponemos porque nuestra sociedad se desintegra en un silencio sepulcral mientras las redes sociales hacen un escándalo abrumador.