La soberanía nacional de Cuba es una de las palabras más utilizadas por el gobierno dictatorial cubano. Cuando hace referencia a las exigencias de otros países con respecto a las libertades y derechos humanos en la isla siempre usan esa palabra.
Sin embargo, ellos, el régimen, no se detienen a pensar en esta exigencia cubana, la soberanía nacional, cuando hablan sobre otros países criticando sus gobiernos y políticas.
Como siempre, el comunismo consiste en exigir a los demás pero no dar ejemplo. Ni tampoco permitir que los demás tengan los derechos que ellos tienen. Esto, evidentemente, no es la mejor definición de una democracia, sino la perfecta definición de una dictadura.
En los últimos días hemos visto como el gobierno cubano y el venezolano, ambos cortados por el mismo patrón, se alineaban con Rusia en sus exigencias a Ucrania.
Cuba a favor de la injerencia rusa en Ucrania.
«El empeño de Estados Unidos por imponer la progresiva expansión de la OTAN hacia las fronteras de la Federación de Rusia constituye una amenaza a la seguridad nacional de este país y a la paz regional e internacional», asegura el ministerio de Relaciones Exteriores cubano (Minrex) en un comunicado, este miércoles (23.02.2022).
Con estas palabras el gobierno cubano trata de justificar que un país extranjero decida sobre el futuro de una nación y el deseo de sus ciudadanos.
Ahora no hablan de soberanía nacional ni de injerencia.
Ucrania es un país democrático en el que hay pluralidad de partidos y libertades. El pueblo se expresa libremente en las urnas con sus votaciones y elige a sus representantes, algo que no ocurre en Cuba ni en Venezuela.
Sin embargo, la decisión del gobierno ucraniano, elegido por el pueblo soberano, de adherirse a la OTAN para formar parte de una defensa multinacional, no se ha visto con buenos ojos por parte de Rusia y esta ha decidido entrar en una guerra desigual.
El pacto de Varsovia y la OTAN
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial se desató la Guerra Fría entre el poder comunista de la Unión Soviética y el capitalista de Estados Unidos. El mundo asistía a una hostilidad permanente entre ambas potencias. Mientras Moscú se hacía con el control del este de Europa, rodeándose de estados satélites, Washington ejercía su hegemonía en Occidente. La reconciliación entre ambos bloques parecía una utopía. El Viejo Continente, según palabras de Winston Churchill, quedaba dividido por un “telón de acero”.
Los capitalistas fueron los primeros en aliarse. Estados Unidos, Canadá y diez países más de Europa crearon la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Un organismo militar destinado a responder a un posible ataque del bloque comunista.
Años después, la incorporación a la OTAN de la República Federal Alemana (la “mitad” occidental del país desde su división en 1949) suscitó la formación del Pacto de Varsovia, oficialmente denominado Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua. Su artífice, el líder soviético Nikita Jruschov, consideraba esta alianza como un medio de equilibrar el poder de la OTAN.
La razón última del Pacto de Varsovia radicaba en consolidar el imperialismo soviético. Moscú nunca se molestó en consultar a sus socios la toma de decisiones.
Tampoco en cumplir el acuerdo incluido en el Pacto de no entrometerse en la política interna de los países miembros. Los ejemplos se suceden. Primero invadió Hungría para evitar que el gobierno magiar abandonara el Pacto; años después Checoslovaquia, tras la subida al poder del reformista Alexander Dubcek.
Leonid Brézhnev, sucesor de Jruschov en el gobierno, justificó estas y otras agresiones en la doctrina que lleva su nombre. La Unión Soviética tenía derecho a intervenir en cualquier país de su esfera de influencia para proteger el socialismo contra cualquier posible enemigo.
Actualmente estamos sufriendo las consecuencias de ese imperialismo, al que Cuba siempre hace referencia al mencionar a EE.UU. pero obvia a Rusia.
Los motivos de Rusia para entrar en guerra con Ucrania.
Vladímir Vladímirovich Putin, argumenta que la OTAN está extendiendo su influencia a países cercanos a Rusia y que pronto, todas las fronteras de Rusia estarán plagadas de misiles apuntando al Kremlin y amenazando la soberanía nacional de la nación rusa.
Por contra, Rusia no respeta la voluntad soberana de los países limítrofes e invade, masacra y destruye una nación porque para ellos es una posible amenaza.
Realmente es Rusia quien está expandiéndose. Y, sobre todo, esa expansión la hace con el uso de la fuerza. negando la libertad de los pueblos a elegir su futuro.
¿Qué pensaría Cuba si un país vecino le impidiese ser parte de un colectivo?.
Imaginemos que el pueblo cubano fuese libre y decidiese formar parte de un grupo de países que se apoyan mutuamente para no malgastar sus recursos en un ejército potente, sino en el desarrollo industrial y progreso de cada uno de estos países. Si alguno fuese atacado por otra nación, todas le apoyarían con sus ejércitos, con lo cual la salvaguarda de la seguridad nacional estaría garantizada.
Sin duda alguna hablarían de injerencia y esta vez con razón. Entonces ¿por qué Cuba apoya que Rusia le niegue a Ucrania el derecho a estar en la organización de países que considere más oportuna para su desarrollo y estabilidad?.
Sin duda no hay respuesta, como no hay respuesta coherente a ninguna de las prácticas que vienen ejerciendo los gobiernos comunistas con países que consideran enemigos.
El comunismo es así, intolerancia, imposición de las ideas y falta de libertades.
Ya veremos en qué desemboca esta esquizofrenia de Rusia, pero, sin duda alguna, todos los países se verán severamente dañados en su economía y, lo que es peor, el orden mundial desestabilizado gracias al imperialismo comunista.
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